La Colonia Italiana en Calama

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Calama se sitúa en un punto intermedio en la ruta comercial existente entre Cobija y demás localidades del interior. Durante los años del descubrimiento de Caracoles – hacia 1870–, el poblado no tenía más de 800 habitantes. Sin embargo, existen posadas y bodegas que permiten almacenar las mercaderías procedentes de Cobija que son enviadas al interior a medida que las circunstancias lo demandan. Así, pues, las distintas casas importadoras deben disponer de personal que revise las mercancías para que así continúen su ruta hacia las lejanas regiones de Potosí, Chuquisaca y Tarija y, desde allí, a los campamentos mineros de Aullagas, Huanchaca, Portugalete y Ocuri, entre otros; junto con el transporte de ellas hacia los departamentos de Cochabamba y Santa Cruz. Inclusivo, algunas mercancías llegan a sitios lejanos como las provincias de Salta en Argentina. Todas estas regiones importan sus productos por el puerto de Cobija, para continuar la ruta por San Pedro de Atacama. Es más, hacia 1870, el gobierno bolviano aproba la propuesta del ciudadano francés Augusto Servier para poner en funciones una carretera entre Cobija y Calama. Servier era comerciante y agente de varias casas de Cobija.
Hacia 1874, el estado boliviano mantiene una regular guarnición al mando del coronel Pablo R. Idiaque. Es intendente de policía –por aquellos años–, el coronel Antonio Burbuet. Y cuando estalla la guerra del salitre, Calama se convierte en una posición militar estratégica, porque tiene una situación inmejorable para la guerra de emboscadas. Los matorrales que la rodean tienen de espesor en general, seis metros (...). El poblado es defendido con pasión patriótica por sus vecinos más caracterizados, destacando entre ellos, sin duda, Eduardo Abaroa, que rinde su vida por la defensa de la ciudad.
Entre los vecinos más antiguos de la lugar hallamos a la familia Barrera, Hidalgo, Carrazana, Almonte, Hoyos y José Cerruti que deja descendencia en la pueblo. Cerruti era de nacionalidad italiana y se le recuerda por su probidad y por su natural (sic) caritativo y bondadoso. Hacia 1926, los inmigrantes italianos presentes en la ciudad son: Luis Gangoli, propietario de un almacén de abarrotes. Mientras que Marcial Calvetti es dueño de una carnicería. Y una panadería es de Juan Canessa. Finalmente, dedicado al comercio de la madera, descubrimos a Celestino Ronchetti.

Fuente: Carlos Díaz Gallardo: Presencia italiana en Calama (1850-1918)


Visión de Calama en 1830

Calama(...) es un tambo, o sea, un albergue o posada para las caravanas de gente con sus ganados; con instalaciones de grandes corralones con alimentos y agua.
Calama era importante albergue en la red de tambos de la carretera oficial que existía desde Cobija a Potosí y Oruro. Esta red de tambos era la siguiente: Colupo, Chacance, Huakaty, Calama, Chiu Chiu y Topaquincha en el Altiplano, alcanzando 150 leguas de caminar".

Alejandro Álvarez Vargas. Resumen de la historia de Calama. Santiago, [s. n.], impresión de 1988 (Santiago, Universitaria) 83 p.: il.; 18 cm, pág. 26.


Visión de Calama. 1869. El Tambo.

Se establece el correo Salta-Cobija, y Calama toma su primera importancia como punto medio de descanso entre la serie de tambos a lo largo de este trayecto, el que se hacía a caballo, mulares o a pie, con un procedimiento muy de la época “Los Propios” en posta de relevos.
La importancia de Calama, tal como la del Valle de los Atacamas, ya en esos días era notable; por ser “parada” obligada de descanso para las recuas de mulas o ganado de cualquier orden y en reacondicionamiento de lo que se llamaban “retazos de carreta” que en Calama forrajeaban fresco.
Existía un intenso tráfico de estos medios; por el guano, la minería y el salitre a cambio del comercio variado que se llevaba a los puntos poblados: carnes, comestibles, ropas, bebidas, herramientas, etc
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Ibid., fuente anterior, pág. 34.