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Sociedad de Socorros Mutuos Italia (Società Mutuo Soccorso Italia)

En el último cuarto del siglo XIX, los italianos afincados en Chile, fundan una serie de instituciones societarias que persiguen fines asistenciales. Gestan algunas entidades que otorgan a sus socios auxilio ante el desamparo, en caso de enfermedad –asistencia médica– y muerte. Existe preocupación por los connacionales que fallecen fuera de la patria, amén de sumarse la inquietud por lo educacional y lo recreativo, tan necesarios como la ayuda material. El principal requisito para asociarse es ser italiano, sea de nacimiento o hijo de peninsular nacido en Chile. Estos son los afanes que persigue la Sociedad de Socorros Mutuos Italia fundada el 8 de agosto de 1880.
La mayoría de los integrantes de la organización provienen del norte de la peninsula. Alrededor del 50% de los socios son oriundos de Lombardía, Liguria y Piamonte. Carácterística que se mantiene desde el año 1880 y hasta el término de la gran guerra europea, en 1918. En consecuencia, durante casí cuatro décadas, la asociación reproduce, fielmente, el origen de la población inmigrante que alcanza nuestro país.
Tal como lo esbozamos en el párrafo anterior, la mayoría de los integrantes de la institución son de la región norte y de profesión comerciante, actividad que les permite labrarse cierta holgura económica. Al coronar la residencia con relativo éxito económico, deciden hechar raices en este suelo, situación que los obliga a respaldar con todas sus energías la afiliación de nuevos socios, junto con facilitar y estimular el incorporación de empleados, clientes y proveedores. A la par, se asocian algunos profesionales y artistas de renombre que otorgan fama a la entidad. Destaca, entre ellos, el pintor y director de la Academia de Bellas Artes Juan Mochi, quien hacia comienzos de la década de los años ochenta goza de un prestigio y reconocimiento importantes. Este pintor asume el desafío de encabezar el organismo, especialmente, ante los acontecimientos derivados del estallido de la Guerra del Pacífico, dotando así a los inmigrantes de una institución capaz de brindarles protección. Es el principal gestor de grandes obras de beneficiencia, destacando la construcción del Mausoleo Italiano levantado en el Cementerio General, junto con apoyar al comité patrocinador de la primera Scuola Italiana de Santiago.
Junto con Mochi, colaboran los arquitectos Teobaldo Brugnoli y Eduardo Provasoli que ejercen la presidencia de la institución. Igualmente, ocupa este cargo el estucador-constructor Ignacio Cremonesi, autor de la fachada de la Catedral de Santiago. Destaca, el Consejero Eusebio Chelli, constructor del Teatro Municipal y entre los dirigentes sobresalen los músicos Fabio de Petris, José Pornisio, José Varalla, José Ducci, Carlo Zorzi y Ettore Contrucci; los médicos Enrico Beretta y Ernesto Dallera; el ingeniero Carlo Tathy; el abogado Tito Lisoni; los litógrafo y periodistas Carlo Piva y Alfredo Dolci; los escultores Filippo y Emmanuele Magnani y el constructor José Tornaghi. Digno de subrayar es que entre sus asociados figuran algunos industriales y comerciantes que alcanzan renombre hasta nuestros días. Es el caso, por ejemplo, de Salvador Falabella que asiste activamente en la labor social de la institución y es el iniciador de una de las fortunas más importantes de nuestro país.
Hasta 1900, un cifra apreciable de personajes de fortuna y reputación profesional que integran el organismo comienzan a abandonarlo, limitándo su participación a cancelar las cuotas sociales o a colaborar con alguna donación cuando se le requiere. El vacío dejado por este grupo es ocupado por aquellos inmigrantes procedentes del sur de Italia. Son los recién llegados que buscan forjarse una posición dentro de la sociedad chilena y esta organización les permite adquirir influjo dentro de la colectividad. Este cambio en la composición de los socios se relaciona con la nueva orientación que asume la migración desde la península. Muchos de los antiguos fundadores, se hacen a un lado, optando por privilegiar el ingreso a la elite de la sociedad receptora. La institución no les proporciona beneficio alguno. Esta es la razón por la que va perdiendo influencia dentro de la colonia, junto con la aparición de otras entidades que representan de mejor forma el segmentos de aquellos que disfrutan de una mejor posición social y fortuna.

Fuente: Fuente: Carlos Díaz Gallardo. Origen y desarrollo de la Colonia Italiana en Santiago, 1850-1918


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