El primer empresario de origen italiano que hallamos en la región de Tarapacá, está ligado a la actividad salitrera. Ha
arribado a fines de la década de 1850, fundando un establecimiento denominado Oficina Solferino, conocido popularmente
como la máquina italiana
. Este visionario inmigrante, llamado Félix Massardo, es pionero en cuanto a la
incorporación de las técnicas del sistema productivo desarrollado por Pedro Gamboni, innovación que convertirá a esta
oficina en una de las más modernas de la provincia. Hacia 1872, su producción anual, la situaba entre las tres primeras de la
región. Nuevas inversiones, lo obligan a conseguir más capital y, para ello, se asocia con el empresario alemán Fernando
Corssen. En esta nueva empresa, Massardo, continúa como gerente y principal accionista. Sin embargo, es forzoso nuevas
inyecciones de capital para enfrentar la dificultades de la industria –provocada por la crisis económica europea gestada a
partir de 1873–, y que exigen otros créditos, en esta ocasión del Banck of London, Mexico and South America. A cambio de este
prestamo, la entidad financiera se convierte en consignataria de toda la producción elaborada por Massardo. De este modo,
la Compañía Salitrera Solferino, se endeuda hasta causarle la quiebra. Cuando el gobierno peruano procedió a la expropiación de
toda la propiedad salitrera, los certificados de Solferino pasarán a manos del banco inglés, institución propietaria del recinto
salitrero. La "guerra del salitre" y la ocupación chilena del territorio, encuentran al antiguo empresario itálico sólo como
arrendatario del fisco peruano. Las nuevas autoridades, en 1883, subastan las instalaciones industriales, adjudicadas por la
sociedad Goich y Zayas. Así, concluye el quehacer de este importante empresario italiano en la industria calichera.
SOLFERINO.
Salitrera con 100 estacas útiles. De propiedad de Félix Massardo, principió sus operaciones en 1870. Sirvió de base para organizar
la Compañía Salitrera Solferino domiciliada en Valparaíso. Posteriormente fue vendida al gobierno del Perú en 600 mil soles. En 1890,
pertenecía a la San Jorge Nitrate Co., por devolución de certificados y en 1897 estaba tasada en 100 mil pesos.
El decano de los salitreros italianos fue Félix Massardo, llegado a Tarapacá probablemente a fines de la década de 1850. Su
oficina Solferino, conocida localmente como “la Máquina Italiana”, fue de las primeras en incorporar las técnicas y sistema productivo
desarrollados por Pedro Gamboni, lo que hizo de ella en su momento una de las más modernas de la provincia. Hacia 1872, su capacidad
productiva anual se calculaba en unos 128 mil quintales métricos, convirtiéndola en la tercera más productiva de Tarapacá. Este
equipamiento, sin embargo, requirió de capitales muy superiores a lo que Massardo podía aportar por sí solo. Esto lo obligó ya en 1866
a hipotecar Solferino a nombre del empresario alemán Fernando Corssen, a cambio de un crédito cercano a los 11.500 soles peruanos, y
algunos años después aprovechar una fiebre bursátil en Valparaíso para organizar la
Compañía Salitrera Solferino
, con un capital
de 450 mil pesos chilenos. Lamentablemente para Massardo, quien se mantuvo como gerente y principal accionista de la nueva sociedad, la
vertiginosa expansión de la industria salitrera a comienzos de los setenta exigió inversiones aun mayores. Una nueva ampliación de
Solferino condujo en 1874 a la suscripción de un préstamo por 60 mil soles con el Bank of London, Mexico and South America, a cambio de
lo cual éste se erigía como consignatario de todo el salitre elaborado por Massardo. Irónicamente, el tratar de mantenerse en
competencia podía llevar a la pérdida del control efectivo sobre las operaciones.
Para dificultar aún más las cosas, la crisis desatada en las economías europeas a partir de 1873, especialmente dañina para los precios
de materias primas como el salitre, vino a anular todos los esfuerzos desplegados por Massardo. En 1875 su deuda con el Bank of London,
Mexico and South America aumentaba a 187 mil soles, lo que por lo demás no impidió que poco tiempo después se viese forzado a declarar
la quiebra de la Compañía Salitrera Solferino. Cuando el gobierno peruano procedió a la expropiación de todas las oficinas, los
certificados de compra de Solferino pasaron íntegramente al banco inglés, a esas alturas verdadero y único propietario del
establecimiento. Para el estallido de la Guerra del Pacífico, el antiguo dueño seguía administrando la producción, pero sólo como
arrendatario del fisco peruano. Tras la ocupación de Tarapacá, el gobierno chileno la subastó a la sociedad de Goich y Zayas, con lo
que Massardo rompió sus últimos lazos con ella. Al igual que numerosos salitreros peruanos y chilenos, el primero y más antiguo entre
los salitreros italianos fue incapaz de resistir la embestida simultánea de crisis, expropiación y guerra.
Dr. Emilio Ravignani. Tercera serie, núm. 10, 2do. Semestre de 1994, págs. 12-13.