Como una muestra palpable de la supremacía de los hijos de Italia en el campo del bel canto
y su difusión por el mundo, en
1874, nos visita Adelaide Ristori. Esta importante artista conquista éxitos en escenarios tan distintos como los de Turquía, Rusia,
Francia, Alemania, Inglaterra, España y Portugal. Sus presentaciones, en especial, en Valparaíso, merecen elogiosas críticas del
periodista Manuel Blanco Cuartin en El Mercurio de aquella ciudad, donde manifiesta que su genio le permite caracterizar todos los
tipos de la historia, de la literatura y de la humanidad
.(1) Una pequeña muestra de su influencia queda al descubierto, cuando en medio
de un banquete celebrado en su honor, un asistente le solicita que interceda ante el Presidente de la República para que salve la vida
de un reo. La petición es atendida sin demora por Federico Errázuriz Zañartu. Esta mediación merece elogiosos comentarios de los masones
santiaguinos, acérrimos enemigos de la pena capital.(2)
Origen y desarrollo de la Colonia Italiana en Santiago, 1850-1918.