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Undédima Compañía de Bomberos de Santiago Bomba Italia
(Undicesima Compagnia di Pompieri di Santiago Pompa Italia)

En los primeros esfuerzos por fundar un cuerpo de bomberos, se involucra el comerciante Baldomero Risopatrón que llega hasta Valparaíso, en busca de la experiencia de los bomberos porteños. Allí se entrevista con el italiano Edmundo Sartori, voluntario de la 6ª. Compañía Cristosforo Colombo.
La idea de conformar un organismo bomberíl, sólo cristaliza después que ocurre la tragedia del 8 de diciembre de 1863. Aquel día, en momento en que concluye el Mes de María en el templo de mayor concurrencia de la ciudad, la iglesia de La Compañía y, en medio del oficio religioso, aparecen las llamas que en pocos instantes lo convierten en una trampa mortal para cientos de feligreses. Cerca de 2.000 personas, en su mayoría mujeres, mueren víctimas de las llamas.
Luego de algunos días de este trágico suceso, destacados personajes, comienzan una campaña para fundar una cuerpo de bomberos, capaz de enfrentar siniestros de gran magnitud. El 20 de diciembre se forma un directorio provisorio integrado por José Besa, Luis Claro, Enrique Meiggs y Ángel Custodio Gallo –hijo del empresario minero e industrial Antonio Gallo Bocalandro–; algunos meses después, se constituyen tres compañías, encargadas de atender los distintos sectores geográficos en que se divide la ciudad: oriente, sur y poniente, aparte de crear una sección de guardia de la propiedad. En la segunda mitad del siglo XIX, el cuerpo de bomberos de Santiago, actúa en un sinnúmero de emergencias: colaboran con sus colegas porteños en la emergencia del bombardeo realizado por la escuadra española, cautelan el orden interno ante la carencia de policía y fuerzas de línea, movilizadas hacia el norte durante la guerra del 79; asisten a la población afectada por la grave epidemia de cólera declarada en 1887, costodian la propiedad y extinguen los siniestros provocados por los agitadores congresistas antes del ingreso de las fuerzas triunfadoras, en agosto de 1891; y, en fin, acuden en innumerables ocasiones a combatir los siniestros declarados en grandes edificaciones de uso público y privados. Asumen el deber de acudir para sofocar el fuego, tanto en el palacio del poderoso magnate, como en la modesta vivienda del artesano o en la rancha miserable del pobre.
Con el advenimiento del nuevo siglo, los caballeros del fuego no sólo intervienen sofocando incendios; asisten a las víctimas de la represión desatada por el estado oligárquico. En octubre de 1905, durante los graves incidentes de la huelga de la carne, cooperan asistiendo a los heridos y retirando los cadáveres de las calles y, el año siguiente, acuden en auxilio de sus camarada del puerto que combaten las horrorosas secuelas dejadas por el terremoto.
Por aquellos años, el cuerpo de bomberos capitalino cuenta con una docena de compañías y, una de ellas, la undécima está intervenida y en reorganización por graves faltas a la disciplina cometidas por sus integrantes. Y esta es la oportunidad que impulsa a un vehemente chileno –hijo de padres italianos– Ricardo Federici Botto, para organizar una unidad bomberil de signo italiano que la reemplace. Con casi tres años en la duodécima, opta por renunciar, para iniciar una cruzada e instituir una compañía de bomberos peninsulares.
Lo primero, exponer la idea ante los representantes de las distintas organizaciones italianas para conseguir apoyo. Después de ciertas dificultades consigue aliados para la causa. Se unen dos importantes colaboradores: Ernesto Levi y Ricardo Fossati. En marzo de 1914, la juventud de la colonia le brinda su respaldo y con la firma de 53 nombres se hace realidad la quimera abrazada por Federici, derrotando a la poderosa colectividad alemana que pugna por servir a la comunidad desde la undécima. Finalmente, el 5 de junio de 1914, son electos las primeras autoridades de la Pompa Italia. Director es designado Salvador Cuneo C. y Capitán Luis Abba V. Al estallar la guerra europea, alrededor de dieciséis bomberos se embarcan para combatir. Entre las víctimas está Julio Guadaroli, muerto en combate en 1918, mientras, al año siguiente, pierde la vista en el frente Ennio Bucci. En 1919, regresan los voluntarios de la once que han participado en el conflicto armado.

Fuente: Fuente: Carlos Díaz Gallardo. Origen y desarrollo de la Colonia Italiana en Santiago, 1850-1918