Juan de D. Ugarte Yávar. Valparaíso 1536-1910. Recopilación histórica, comercial y social. Valparaíso, Imprenta Minerva, 1910.
Si de los intereses del comercio pasamos a las artes que dicen relación con el espíritu, observaremos que, mucho antes de la
capital, tuvo Valparaíso un Teatro de fama, como fue el Teatro Victoria, inaugurado en 1844, mediante los grandes trabajos de los
señores don Pedro Alessandri y don Pablo del Río. El Teatro Municipal en Santiago sólo se inauguró en 1857.(...)
El antiguo Teatro Victoria fue destruido por el incendio que se declaró en su recinto el 26 de Septiembre de 1878; así como el
Teatro Municipal inaugurado en Santiago en 1857, pereció entre las llamas del incendio del 8 de Diciembre de 1870.
Don Pedro Alessandri había sido nombrado en 1851 Cónsul General del Reino de Cerdeña en Valparaíso; sólo por muy poco tiempo se
ausentó para atender el Consulado en la capital y murió en la casa habitación que ya dijimos, el 31 de Marzo de 1857. En
El Mercurio
de Valparaíso de ese mismo día, encontramos un párrafo de crónica; que no podemos menos de trascribir por el
interés que tendrá para los lectores:
Obituario Sentimos tener que anunciar la muerte del apreciable Sr. D. Pedro Alessandri, caballero de San Mauricio y Lázaro, Encargado
de Negocio de S.M. el Rey de Cerdeña, y respetable vecino de este puerto por muchos años; ha sucumbido hoy a las 6 ¼ de la mañana,
después de cuatro meses de sufrimientos y habiendo cumplido con los deberes de cristiano.
El señor Alessandri ha formado en Chile una familia respetable, y una fortuna considerable; deja numerosos amigos y muchas personas
agradecidas, que lamentan la pérdida de su bienhechor.
No hace mucho tiempo se ha publicado y es ley de la República, el tratado de amistad, comercio y navegación, a justado por él en
representación de su gobierno, título más que honra su memoria entre nosotros. R.Y.P.
La fábrica de bebidas gaseosas de don Pedro Frugone es una de las más importantes que cuenta Valparaíso, y de mayor clientela.
Los establecimientos de este género están llamados a un gran desarrollo. La campaña tan benéfica y humanitaria que la civilización
moderna ha emprendido con vigor y constancia sin ejemplo contra el alcoholismo, ha difundido el uso de bebidas refrescantes y
agradables, que restauran las fuerzas, sin perjudicar el organismo ni infundir hábitos perniciosos que arruinan la salud y
desmoralizan por completo al individuo.
La instalación del señor Frugone data desde 1882. Es bastante extensa y manifiesta un gran movimiento industrial. Ocupa 60
trabajadores entre hombres y niños. Su maquinaria es muy completa. El movimiento general de la fábrica es originado por un motor
de 25 caballos de fuerza, y aún tiene otro motor auxiliar de 2 caballos. Cuenta con dos máquinas para la elaboración de limonada,
con máquinas para tapar limonada a corcho y en botellas de patente ó de bolita, para llenar sifones, para el lavado de botellas.
Tiene también una bateria de 6 filtros sistema Pasteur para la preparación de los jarabes.
Los productos elaborados son numerosos: Limón, Piña, Frutilla, Naranja, Kola Champaña, Ginger Ale, Apollinaris, Soda, Agua de
Seltz, Bitter blanco y negro, Guindado, etc.
La producción diaria alcanza a quinientas docenas de limonadas.
Esta fábrica ha obtenido premios en cuantos concursos se ha presentado.
Merecen especial mención: la medalla de oro obtenida en la Exposición de Bruselas en 1897; la de medalla de plata, en la
Exposición de Turín en 1898; y en la de Buffalo fue premiada con diploma y medalla de bronce.
Don Guillermo Marchetti es el propietario de la Botería Italiana que esta ubicada en la calle Condell Nº 132 y que fue fundada
en 1891 por el señor Felipe Orfanotti.
Esta Botería es una de las más acreditadas en este Puerto comercial. Sus artículos han provenido siempre de los mejores centros
productores y es por ello como también por que en todo momento ha existido una fina atención para la clientela, que el
establecimiento ha ido en constante auge hasta alcanzar la brillante situación que hoy ocupa.
El local impresiona favorablemente desde el primer instante. Luego la inmensa variedad de artículos van diciendo al visitante que
esta en una Botería de primer órden y que tiene como propietario a persona que entiende el negocio en forma por demás encomiable.
La especialidad de la casa, no obstante su gran surtido en toda clase de zapatos, ya para señoras como para caballeros y niños, es
sobre medida, en cuya elaboración entran materiales importados de Estados Unidos e Italia. El señor Marchetti tiene a su servicio a
tres empleados y veinticinco operarios.
Este señor presenta a la Exposición de octubre un modelo de proscenio de teatro.
Esta obra, que es original del señor Ansaldo, ha sido hecha bajo una escala de diez centímetros por metro y es construcción apropiada
para el sistema de teatros que se usa en Chile, en que esta clase de edificios están expuestos a las contingencias de incendios o
temblores. Para evitar el primero de estos peligros, el modelo tiene un corta-fuego de fierro, que para ser usado con buen éxito
requiere que los primeros 3 o 4 metros del cielo de la platea, que cubren los palcos del proscenio, sean también de fierro.
Al mismo tiempo, se le puede agregar un telón metálico que no ha puesto el señor Ansaldo por la premura del tiempo. De este modo, en
caso de incendio, el corta-fuego y los primeros cortinajes, que son todos de fierro, impedirían que el fuego se comunicara a la
platea.
Para los peligros de un temblor cuenta el modelo de proscenio que se exhibe, con su enmaderación, que, a más de ser liviana, soporta
pesos enormes.
Solamente este modelo sostiene un peso de varios quintales.
El señor Ansaldo es maquinista y constructor de teatros desde el año de 1864 en que comenzó su práctica en el teatro Carlo Felice,
en Génova, habiendo seguido después en los de Montevideo, Brasil, Buenos Aires, y últimamente en los de esta ciudad, donde ha llevado,
a cabo las obras de proscenio del teatro Nacional y del Odeón.
Por la escasez de tiempo no ha podido el exponente hacer la obra completa, habiéndose dedicado solamente a lo más necesario, dejando a
un lado lo accesorio.