Algunos antecedentes de la presencia italiana en la ciudad de Tacna: 1885-1929.
Autores: Alfonso Díaz Aguad y Elías Pizarro Pizarro.
Este artículo forma parte del Proyecto de Investigación Mayor de la Universidad de Tarapacá. Arica N° 5731/99, titulado La
Inmigración Italiana al Norte Grande de Chile 1880-1950
.
Los autores son académicos del Departamento de Antropología, Geografía e Historia Universidad de Tarapacá. Arica-Chile.
Dante Abelli. Su figura, orlada con una nevada barba nazarena e imponente como su cuantiosa fortuna, es la de un patriarca
del antiguo oriente. Vive en la provincia que ha dado margen al conflicto chileno-peruano, Tacna, y allí hace las veces de mentor
y de protector de la colonia italiana, tan numerosa cuanto distinguida en aquella zona.
.
Llegó joven a Chile, procedente de la patria del Dante. Después de algunas alternativas, se radicó en Tacna y clavó, en las
transacciones comerciales y mineras, la rueda de la fortuna, cubriendo su nombre con el manto diamantino de los millonarios. Cuando
los diarios o los corresponsales tacneños hablan de su persona, de sus actividades o de sus actos de filantropía, lo llaman
invariablemente el millonario don Dante Abelli. Posee valiosas minas de estaño en Bolivia, que le han permitido acumular una gran
riqueza.
Leal a las tradiciones heroicas de su patria, la visita periódicamente y le envía recuerdos cristalizados en generosas ofrendas.
Su Rey lo ha nombrado Caballero Oficial de la Corona de Italia y el Pontífice lo ha elevado a la dignidad de Caballero de la Orden
de San Silvestre Papa. Sus connacionales de Tacna le han dado el puesto de Presidente del Club Social de la colonia italiana. Es
una reliquia que glorifica a su país y honra a su patria adoptiva
De acuerdo a Ibañez (1943) entre las principales empresas mineras de Oruro en 1910 se encontraba Avicaya, ubicada en el
cantón Urmiri:
Empresa Avicaya
. Su dueño era Dante Avelli [Abelli]. Estaban situados sus yacimientos en el cerro Chaulla-
grande, de Avicaya. Constaba de 300 hectáreas y su producción alcanzaba las 161 toneladas por mes, de barrillas del 70% Sn. Las
labores eran profundas y estaban en pleno equipamiento.(...)
De acuerdo al periódico El Heraldo
, editado en Chojlla en 1974, Avicaya inicia su explotación en el año 1888 por su
descubridor
Dante Abelli Bernini, nacido en Firenze, Italia. Comenzó siendo empleado de la casa comercial francesa
Blondel et Cie., dueña de una mina de plata-estaño en Atocha/Oruro; se retiro de allí para explotar la mina de Avicaya/Oruro, en
los años ochenta (...) Fue innovador de métodos modernos, tanto en la minería como en la concentración… utilizó un andarivel para
transportar el mineral desde la bocamina al ingenio. (Hillman 1987: 59-60).
.
Junto a otros extranjeros colaboró con la expansión de la minería en la primera mitad del siglo XX, es uno de los fundadores del
Club Oruro en 1887, hasta 1979 la escuela de Avicaya llevaba su nombre
Entre los muchos ingenios que visitamos, solo encontramos dos en los que había sido substituido el antiguo sistema con aparatos
modernos incomparablemente superiores a los empleados hasta entonces: uno del italiano Dante Abelli, en Machamarca, donde él mismo
hizo la instalación, y otro de los señores Blondel, cerca de Oruro, -cuya primera prueba presenciamos,- está destinado, a la vez que
otros dos del sistema antiguo, al beneficio de los metales que se extraen de la célebre mina Atocha, propiedad de los mismos señores,
situada en la pintoresca roca sobre cuya base se levanta la ciudad de Oruro, y que es una de las más ricas que se hallan actualmente
en explotación en Bolivia.
.
Entonces supimos, tanto por el señor Abelli como por los señores Pretot y Vargas, copropietarios y socios de la gran empresa Blondel,
que el valor de los aparatos adquiridos por ellos en Europa y que los Estados Unidos de Norte América había sido más que duplicado
con los gastos de transporte, ocasionados por la falta de caminos de hierro y carretones, circunstancias que impide que los demás
ingenios de las minas en explotación introduzcan las mejoras que podrían asegurarle ventajas y rendimientos pingues
"Podríamos convenir que hubo un segundo tipo, de paso de la plata al estaño, que estaba representada por la trayectoria de industriales mineros que empezaron acumulando experiencia comercial o técnica en las minas argentíferas. La mayoría de ellos fueron extranjeros, quienes posteriormente se decidieron a incursionar en la minería estañífera. Tenían la ventaja de poseer la tecnología moderna, que es base para efectuar importantes inversiones de capital. Un buen ejemplo de ello, es el italiano Dante Abelli, que empezó de empleado de la casa comercial francesa «Bolndel et Cie.», dueña de una mina de plata-estaño en Atocha/Oruro; se retiró de allí para explotar la mina de Avicaya/Oruro, en los años ochenta, siendo el primero que utilizó un andarivel para transportar el mineral desde la bocamina al ingenio".
Un avance en el transporte fue la eliminación del acarreo de los minerales en carretas y llamas al ingenio; ya que se extendió un
ramal del ferrocarril, desde la estación Cancañiri, hasta Catavi, pasando por Siglo XX. Ya hemos mencionado, como el italianos Dante
Abelli fue el primero en instalar un andarivel, en Avicaya/Oruro, allá por la década de 1880, para transportar sus minerales de la mina
al ingenio. Fue innovador de métodos modernos, tanto en la minería como en la concentración
.
W.R. Grace, mediante una sociedad constituida en el país, adquirió Avicaya/Oruro de Luis O. Abelli y del Banco Nacional de
Bolivia, y organizó dos empresas mineras sobre la base de dos sociedades: Avicaya Ltda. para explotar los yacimientos filonianos y
Estalsa para los veneros. Para esta última operación W.R. Grace, en 1967, trajo una draga Yuba desde California/Estados Unidos, la
cual tenía una capacidad de 6.000 metros cúbicos por día
.
Empresa Avicaya. Su dueño era Dante Avelli. Estaban situados sus yacimientos en el cerro Chaulla-grande, de Avicaya. Constaba
de 300 hectáreas y su producción alcanzaba las 161 toneladas por mes, de barrillas del 70% Sn. Las labores eran profundas y estaban
en pleno equipamiento
.
Italianos en Perú.
Historia de los inmigración italiana en el Perú.
Alfredo Casaretto. Del libro de Giovanni Bonfiglio: Presencia italiana
en el Perú.
Los Inmigrantes italianos en el Perú si bien no llegaron en grandes cantidades, como en otros países de América. Estos tuvieron
una característica especial, fueron en su mayoría parte de una cadena migratoria que en el transcurso del tiempo fue consolidándose.
Aunque pequeña en cantidad, podríamos decir, que muy "selecta".
Los primeros italianos en Perú, fueron los que comenzaron a llegar durante la conquista de América, que acrecentaron su presencia
durante la Colonia y echaron profundas raíces durante la República.
Entre los años de 1532 y 1560 había alrededor de 50 italianos, todos Ligures entre el Puerto del Callao y Lima, capital del Virreinato
del Perú. Entre ellos tenemos a Martín de Florencia, Marco de Niza, Pietro Catagno, Pietro Martín de Sicilia, todos actores de la
captura del Inca Atahualpa y a Juan Bautista Pestene, marino nacido en Génova en 1505, y que estuvo presente desde los inicios de la
Conquista del Imperio de los Incas por 1535 testigo de la lucha entre los conquistadores españoles por el poder y de la muerte del
conquistador Francisco Pizarro. Entre otros italianos podemos mencionar los Capitanes Giustiniani y Vicenzo Pascuale, quienes
fundaron empresas de navegación y comercio entre el Callao y Valparaíso. Otro marino fue Ambroggio Giustiniani nacido en Génova en 1515,
casado en Lima en 1556, estableciendo un activo comercio marítimo también entre el Callao y Valparaíso. Estos casos muestran que en esos
años los marinos genoveses inauguraron un tipo de empresa marítimo comercial que en los siglos posteriores fue perfeccionada. Este tipo
de comercio en realidad es precursor de la modalidad de comercio marítimo que posteriormente fue llamado comercio de cabotaje que
se extendió en el siglo XIX cuando desapareció el monopolio comercial español en América del Sur y que en gran parte fue desarrollado
por marinos genoveses.
Otros marinos italianos presentes en esos años en las costas del Perú fueron Giovanni di Malta, Nicolo da Bonfilio, Alvaro Pestrello,
(que viajaba entre Arica y el Callao), Giovanni Gaetano (dueño del galeón que llevo a La Gasca del Callao a Panamá). Entre los
mercaderes que aparecen en los registros de la época (1546 a 1550) figuran Enrique Porri, natural de Milán; Lucas de Astra, genovés;
Nicoroso y Marcos Corso, Marco de Niza, Martín de Florencia, Pietro Catagno, Juan de Niza y no olvidemos al capitán Alessandro
Malaspina. A fines del siglo XVI, según declara Vicenzo Dagnino en su "Corregimiento de Arica", se habían establecido varios italianos
en la ciudad, entre los cuales se menciona a Esteban Forrofino, Pedro Antonio Macchiavello, Esteban Sanguinetti (mercader), Guillermo
Virgilio, Camilo Bonafante, Pedro del Pino, Simón Román, Pedro Alejandro Malerba, Bernardo del Pino, Jorge Inverto, Bernardino Arnaldo,
Antonio Genovés, Juan Ángel "que tiene una fragata con que anda en el trato del guano", Francisco Cataldo (pulpero y salchichero),
Guillermo y Juan Baptista (pulperos).También tenemos luego a Antonio Ricciardi Pedemontanus, considerado el primero en traer la imprenta
al Virreinato del Perú en 1584. Es notable la presencia de apellidos ligures entre los comerciantes y la mención a sus "pulperías", el
típico negocio que en los siglos posteriores, sobre todo en el XIX fue muy difundido por comerciantes genoveses en las costas del Perú
y América. Radicati di Primeglio ha realizado una exhaustiva investigación acerca de los italianos en Lima y encontró la presencia
documentada de 343 italianos entre 1532 hasta mediados del siglo XVII (sin contar los italianos asentados en otras ciudades del
Virreinato). De los 343 existe información acerca del lugar de nacimiento de 231 de ellos; 124 eran genoveses, 28 venecianos, 28 corsos,
15 napolitanos, 11 milaneses, 10 romanos, 5 sicilianos y un número menor originarios de otros estados italianos, pero sin duda los
italianos presentes en el Perú era mayor, debido a que muchos no eran registrados. Entre los genoveses la categoría ocupacional más
numerosa estaba compuesta por maestres y "capitanes de naos", mercaderes que se dedicaban al transporte de pasajeros y mercancías entre
el Callao y otros puertos de la costa a Panamá y viceversa, destacándose Juan Bautista Genovés y Rostán Genovés, maestre y carpintero
respectivamente del barco "Santiago" de propiedad del Conquistador Pizarro. Entre los mercaderes destacó Francisco Neri. Sus apellidos
en varios casos eran los mismos de las familias genovesas que se asentaron en el Perú en el siglo XIX como Costa, Lomellini, Di
Negro, etc. (Radicati Primilegio).
Hubo también varios marinos venecianos y de las islas del mar Egeo, como Pedro de Candia, Francisco de Chipre, veneciano, pues la isla
de Candia perteneció a Venecia desde 1204 al 1669, Francisco de Chipre, Miguel Adorno, entre otros venecianos. No olvidemos a los
napolitanos Anello Oliva, Ludovico Bertonio, Francesco Carletti, y al Príncipe de Santo Buono y vigésimo Virrey del Perú, don Carmine
Nicolao Caracciolo, nacido en Nápoles, y al médico Federico Bottoni que en 1723 publicó un tratado sobre la circulación sanguínea.
Durante el siglo XVII predominó una actitud más rígida en cuanto a la prohibición en materia de comercio y de inmigración en las
colonias españolas en América. Durante la segunda mitad del siglo XVII junto a marinos y comerciantes, comenzó a notarse la presencia
de italianos que llegaron como parte del séquito virreinal, por ejemplo el Virrey Pedro Fernández de Castro (Conde de Lemos) llegó con
su esposa Ana Francisca de Borja, hija del Duque de Candia, y con Dora Colonna, hija de Andrea Doria. El Virrey de Navarra y Rocafull,
duque de la Palata, trajo como esposa y virreina a Francisca Tovalto y Aragón, princesa de Massa, ciudad situada dentro de los dominios
del Reino de Florencia. Teodoro Giulio Rospigliosi llegó al Perú en 1647 en calidad de alférez del Rey de España, y era miembro de la
familia de los príncipes Rospigliosi de Roma y sobrino del Papa Clemente IX, donde radicó y tuvo descendencia, y también llegaron
algunos franciscanos italianos.
Durante las últimas décadas del dominio colonial español se dio un paulatino incremento de la presencia de italianos en el Perú. Al
igual que en siglos anteriores, durante las primeras décadas del siglo 19, la mayoría de ellos eran genoveses. Los más ricos
comerciantes italianos en Perú desde las primeras décadas del siglo pasado estaban relacionados con el comercio marítimo. Según
informaciones de los primeros cónsules Sardos, de una muestra de 24 ricos italianos en el Perú, 18 se ocupaban del comercio naval, uno
era médico, el otro prestamista. De los 18 dedicados al comercio dos eran vicecónsules en ciudades del interior del país. Entre los que
pueden ser considerados los pioneros de la moderna inmigración italiana al Perú se encuentran dos comerciantes ligures llegados en la
primera década del siglo XIX: Antonio Dagnino, quien radica en el Callao desde 1802, y Félix Valega quien llegó en 1806. Y quienes junto
con otros "capitanes de Nao" y tripulaciones se establecieron definitivamente en suelo Peruano (muchos marineros desertaban de sus barcos
para establecerse en el Perú y dedicarse al comercio), Valega era natural de Sportorno pequeño puerto de la rivera oeste de la Liguria
(poniente), y llegó en el mismo barco que trajo a Abascal, el último Virrey del Perú, (Sequi 1911:c-130) y también al músico genovés
Andrea Bolognesi, de la corte del Virrey, quien fuera padre de unos de los héroes más legendarios del Perú, Coronel don Francisco
Bolognesi. Se sabe que Valega llegó a poseer una notable fortuna y que financió la Catedral del Callao. Ambos se casaron con damas
peruanas en ceremonia conjunta en 1811. Es interesante observar que Dagnino castellanizó su apellido trasformándolo en "Dañino". Las
tres hijas de Alega se casaron con Guiseppe Canevaro, Pietro Denegri y un tal Di Negro, todos ricos comerciantes, que juntos a otros
comerciantes italianos llegaron formar parte de la primera élite empresarial italiana en el Perú, a partir de mediados de la década de
1830 y las siguientes, que con el inicio de la época dorada de la explotación del guano, formaron parte de los cimientos del futuro
desarrollo industrial en el Perú. En cambio el grueso de los inmigrantes italianos desarrollaba actividades mucho más modestas
(pulperos, chinganeros, fonderos, artesanos, etc.) Por 1851 llegó al Perú: Giuseppe Garibaldi junto a otros muchos italianos; Giuseppe
Eboli, Steban Siccoli, Antonio Raimondi, Arrigoni, etc., quienes participaron en la fracasada rebelión de Milán en 1849 y como parte de
la secuela de la ola migratoria política a consecuencia de los fracasos revolucionarios de 1848-1849 en Italia. En 1858 la población
de Lima totalizaba unos 95,00 habitantes, de los cuales los extranjeros eran unos 22,000 y de esa cantidad, la colonia italiana estaba
conformada por unos 5,000, que junto a la colonia alemana eran las más numerosas solo en la ciudad de Lima, todo esto mientras ocurría
la bonanza de la explotación del guano, ya en 1860 la colonia italiana de distinguía por ser la de mayor prosperidad relativa. Un Cónsul
italiano que visito América del Sur a mediados de la década de 1860 decía que en el Perú había ”italianos muy ricos, muy industriosos y
quizás los más activos que en algún otro país de América"(Galli 1867), y en 1876 llegaron ser mas de 7,000 italianos. En un informe
consular publicado en Italia en 1883, donde se presentan las propiedades de los inmigrantes italianos en varios países se destaca el
hecho de que los inmigrantes italianos radicados en el Perú resultan ser los más ricos cuyo capital ascendía a unos 210 millones de
liras (Gallenga 1883). Por esas épocas fueron creadas numerosas instituciones italianas, como La Beneficencia Italiana, el Hospital
Italiano, el colegio Santa Margherita, el Banco Italiano, Compañías de Bomberos, etc.
Por esos años el Gobierno Peruano había iniciado una política de inmigración hacia el Perú, especialmente europeos, pero no llegaron en
las cantidades deseadas, llegaron casi 200 italianos junto a otros colonos alemanes como parte de un programa de colonización, hacia la
selva del Perú, sin mayor éxito.
El inmigrante italiano promedio (por lo general de origen ligur) abría una pequeña tienda ó pulpería y luego con el producto de sus
ahorros de varios años establecía un negocio mayor vendiendo el anterior a otro italiano que recién se iniciaba como comerciante. Los
inmigrantes italianos cuyo origen no era Liguria estaban compuestos básicamente por Piamonteses, en gran parte provenientes de la
provincia de Alejandría (colindante con Ligurina). Luego había lombardos y grupos menores de inmigrantes de otras regiones, cuya
presencia no era significativa. Solo durante el siglo XX llegaron al Perú pequeños contingentes de inmigrantes de las regiones del sur
de Italia, las que siempre han sido minorías frente a los ligures.
El fin de la época dorada de la explotación del guano y tiempo después el inicio de la guerra del Pacífico, significó para la colonia
italiana un duro golpe, en esta guerra muchos italianos que se identificaban con el Perú, llegaron a combatir a su lado, contra un
enemigo que solo deseaba destruir el país a cualquier precio. Muchos italianos ofrendaron sus vidas, como el heroico marino genovés
Pietro Luigui Storace en combate naval contra los chilenos o como los casi 20 italianos, casi todos bomberos fusilados tras el incendio
de Chorrilos, entre otros también fusilados en Arica e Iquique. Entre la lista de los italianos afectados por los bombardeos de chilenos
sobre Iquique y Arica en 1879 figuran muchos apellidos de inmigrantes asentados en Tacna y otros puertos peruanos. Los apellidos más
comunes son: Solari, Macchiavello, Casaretto, Cavagnaro, Canepa, Parodi, etc., todos ellos apellidos de familias ligures.
Luego de la guerra el flujo migratorio se niveló y en su mayoría, los inmigrantes que llegaban eran parientes de los que estaban
establecidos en el Perú. Al comenzar el siglo XX los inmigrantes italianos siguieron llegando en cantidades regulares. En 1903, eran
casi 15.000 sin contar los que no estaban registrados, luego el fin de la primera guerra mundial, impulsa una nueva cantidad de
italianos hacia el Perú que luego va declinando hasta el fin de la segunda guerra mundial que muestra un leve aumento. En 1961 había
en Lima 5.000 italianos, para luego bajar significativamente con el paso de los años hasta nuestros días.
Gente laboriosa, no importaba que la faena fuese agotadora, muchos de esos inmigrantes llegaron para forjarse un porvenir, muchos de
esos apellidos quedaron sepultados por el tiempo, de aquí les rindo un homenaje a aquellos que fueron olvidados, pero otros miles aun
subsisten y son parte del Perú de hoy.