Iquique tenía 2.485 habitantes en 1862; en 1867 llegaba a 3.614 personas y, en 1872, vivían allí 5.088 personas.
En 1876 la población experimenta una significativa alza, puesto que 11.717 habitantes están radicados en el radio
urbano. De acuerdo con las cifras recolectadas por la autoridad peruana, la ciudad se desarrolló entre 1862 y 1876
de manera explosiva, alcanzando un porcentaje de crecimiento del 472%. Otro antecedente relevante, contenido en este
registro, hace referencia a la existencia de 19 comunidades extranjeras. Por último, anota que del total un 69,7% son
hombres, mientras que un 53,6% de los nacimientos corresponden a hijos nacidos fuera del matrimonio; concluye
afirmando que un tercio de los varones son mayores de 15 años y están casados.
Los primeros italianos que se establecen en la región de Tarapacá, Iquique y la pampa del Tamarugal, lo hacen a
mediados del siglo XIX, atraídos por la prosperidad económica que origina la industria del salitre.
En el año 1876 los datos censales peruanos estiman en 5.005 el número de ítalos domiciliados en la provincia de
Tarapacá. Esta cifra convierte a la colectividad italiana en la tercera población extranjera más numerosa, después de
chilenos y bolivianos y en la primera comunidad de europeos. Este alto número de población determina el nombramiento
de un Real Agente Consular, cargo que ejecuta con notable diligencia un destacado integrante de la colonia, Ugo Rossi.
Años después, en el censo de 1885, Iquique consigue un sitial de privilegio en cuanto a atracción de extranjeros, en
especial europeos. El denominado oro blanco genera a su alrededor un conjunto de actividades económicas que
cautivan a sujetos de distintos pelajes. Más aún, proporcionalmente es el lugar del país con mayor cantidad de europeos.
Las cifras del conteo de población registran para el área urbana: 490 italianos, 411 ingleses, 218 españoles, 203
austro-húngaros, población procedente de la costa de Dalmacia, y 195 alemanes. Las variadas nacionalidades de naturales
del viejo continente, se evidencian al pasar revista a las instituciones que fundan estos inmigrantes como lugares de
sociabilidad. Entre tales asociaciones, ocupan un puesto de honor las compañías de bomberos.
En 1859, el español Joaquín Rodríguez organiza la primera entidad bomberil, la que tiene una vida efímera. Esta institución
comenzó a prestar servicios a partir de 1860, fecha funesta porque el primer incendio de magnitud ocurre ese año. El
nombre de la institución es Compañía Rimac. Esta compañía, integrada por súbditos hispanos, desaparece en 1866 debido a
que muchos españoles son obligados a abandonar las costas peruanas, como consecuencia de la guerra entre Perú y España.
Un lustro después, en 1871, una iniciativa de la colectividad hispana origina la Compañía Iberia, comandada por Eulogio de
los Heros. Está formada por ciudadanos españoles y peruanos. Entre los años 1874 a 1879, esta institución logra consolidarse
gracias a la tesonera labor de Marcos F. Aguirre. Sin embargo, al estallar la guerra y producida la ocupación chilena, muchos
peruanos la abandonan, provocando un letargo en la institución del que sale solo hacia 1881, cuando las nuevas autoridades
brindan apoyo a Eduardo Llanos, convertido en director de la institución y a Antonio Chinchilla, que ocupa el puesto de
Primer Capitán.
El 3 de enero de 1874, un entusiasta grupo de italianos funda la Compañía de Bomberos Ausonia N°4. Su primer director
es Félix Massardo, Juan Bacigalupo actúa como capitán. La acción de estos voluntarios se moderniza, a fines de ese año se
importa la primera bomba a vapor, comprada en Londres, lo que causó gran efervescencia cuando llega a este puerto, puesto
que era la única de su tipo que llegaba a la ciudad
1 .En años posteriores, esta entidad conquista fama y aprecio de la
comunidad iquiqueña en razón de su entrega y espíritu de servicio.
Durante el curso de 1874, la colonia francesa constituyó, a instancia de E. Furet, la Compañía de Zapadores. También a mediados
de año, los vecinos de ascendencia austro-húngara establecieron la Compañía Salvadora Iquique, dirigida por Carlos Gallaguer.
En 1875, la comunidad alemana forma la Compañía Germania, vinculada a la casa comercial Gildemeister. Dos años después, por
iniciativa del británico Federico Rowlands se gesta la compañía de la estación del ferrocarril salitrero. En octubre del mismo
año, los chilenos avecindados en el puerto, organizan la Compañía de Bomberos de Hachas, Ganchos y Escalas, liderada por Domingo
Labarrera.
El auge económico y el desarrollo urbano en varias oportunidades se estanca por incendios, terremotos, maremotos y convulsiones
bélicas. Sin embargo, cada catástrofe que destruye edificios e infraestructura favorece la transformación de la planta de la ciudad
con asombrosa premura.
El sismo de 1868 causó numerosas víctimas, la destrucción del comercio, el desaparecimiento de varios buques fondeados en la
bahía
. 2 El fenómeno telúrico destruyó una infinidad de propiedades y el ulterior maremoto ocasionó graves daños estructurales
a las instalaciones portuarias. El terremoto también causó estragos en Arequipa, Moquegua, Tacna y Arica.
El terremoto que en 1877 asola la zona, ocasiona incalculables destrozos a la propiedad pública y privada. Acompaña al sismo un violento
maremoto y varios incendios. La furia de las aguas arrasa con el cuartel de la Compañía Ausonia. Los valientes bomberos logran
rescatar la bomba a vapor que habían adquirido en Londres.
Frente al conflicto bélico que enfrenta a Chile, Perú y Bolivia, las colonias, en especial las de origen europeo, mantienen la más
estricta neutralidad. Esta posición no impide que algunos extranjeros observen con preocupación los hechos de armas que involucran al
poblado.
A partir del bloqueo dispuesto por las naves chilenas, el puerto y sus habitantes pulsan la guerra; ésta se les hace más real al ocurrir
en su rada el combate naval del 21 de mayo de 1879.
Al fragor de la lucha, el comandante de la plaza, general Juan Buendía, faculta entre otras instituciones a la 4ª Compañía de Bomberos
Ausonia para recoger los muertos y auxiliar a los heridos. Distinguidos comerciantes italianos cooperan efectuando labores
humanitarias. Es el caso de José Guastavino, propietario de botes, que utilizaba para trasladar mercaderías desde y hacia los
navíos mercantes; este inmigrante es quien conduce los restos del capitán de la corbeta Esmeralda, Arturo Prat Chacón, y el de otros
marineros caídos en la lucha. Les apoyan en estas labores humanitarias otros reconocidos integrantes de la comunidad itálica, como
Domingo Pallavicini y Juan Antognoni que, con posterioridad, es secretario de la Compañía Ausonia. Se suman a la
colaboración en estas tareas, José Piccone, José Palmieri y Vitaliano Pergolesi, entre otros.
ITALIANOS EN CHILE. Historia de una Inmigración. La colonia italiana en Iquique 1850-1925.