La inmigración italiana en la provincia de Concepción, conquistó relieve a partir de 1890. Según antecedentes
recopilados, se puede aseverar que cerca del 20 por ciento de ellos estaban dedicados al comercio. Este
porcentaje resulta significativo porque del total de inmigrantes, muchos están de paso, como es el caso de
actores líricos y dramáticos, músicos y cantantes. Alrededor del año 1890 se registró, a nivel nacional el
mayor ingreso de población itálica. Es la culminación de la política gestada desde el Estado, denominada
inmigración dirigida que resultó ser incoherente y vacilante, pues la incipiente industria nacional no requería
mano de obra especializada, por tanto, la economía nacional no era capaz de ocupar grandes contingentes de
trabajadores. En consecuencia, el país se convirtió en un lugar de tránsito para radicarse finalmente en Argentina.
No obstante, muchos inmigrantes escogieron permanecer en la zona, en especial artesanos de diversos oficios como
sastres, zapateros, carpinteros, mecánicos y albañiles, entre otros; ellos decidieron establecerse por cuenta
propia, fundando talleres y tiendas para vivir de la actividad o industria que conocían.
A mediados del siglo XIX, se ubica a los primitivos inmigrantes italianos asentados en la ciudad. Entre ellos se
cita a Bernardo Boggiano y Carlos Federico Costa; compartían características comunes, ambos eran genoveses,
adquirieron barcos, colocaron tiendas de abarrotes y al tiempo abrieron sucursales en localidades cercanas. A
medida que alcanzan éxito económico, convirtieron sus establecimientos en casas comerciales de abarrotes y frutos
del país al por mayor y, de manera posterior, actuaron como prestamistas, otorgando créditos en dinero o mercancías
a quienes comenzaban labores como comerciantes minoristas. Costa amplía sus actividades mercantiles al comercio
internacional de trigo y harina, llegando hasta el mercado peruano. Estos y otros empresarios itálicos extendieron
sus operaciones en el mercado local, asociándose con otros residentes, paisanos, extranjeros o chilenos.(...)
Los tempranos inmigrantes italianos, entendiendo por tales a los llegados con anterioridad a 1890, ya habían demostrado
una tendencia a insertarse en el empresariado local. En el censo de 1885, de un total de 45 hombres italianos activos
que había en la provincia, nueve se desempeñaban como comerciantes, es decir, una proporción de un 20%. Solo eran
superados por actores líricos y dramáticos, músicos y cantantes, que en conjunto sumaban doce; sin duda que la mayor
parte de éstos, se encontraba solamente de paso en la región. Conjuntamente con la conformación de una colectividad
italiana en la provincia, en el transcurso de los años siguientes se fue acentuando la tendencia de estos inmigrantes a
incorporarse a la actividad comercial.
Los antecedentes existentes señalan que uno de los integrantes más caracterizado de la colonia italiana de Talcahuano fue José Maritano, hijo de Domingo y Luisa Amedeo. En la década de los Cuarenta creó una exitosa empresa dedicada a la fabricación de jabones. También sobresalieron Attila Cozzi, Luis Macera, Jerónimo Arata, Manuel Crovetto y Fioravanti Anziani.
Uno de los primeros comerciantes de envergadura detectado en el puerto de Talcahuano fue Manuel Crovetto. Era propietario de
una tienda de mercaderías surtidas. Su fundación data de 1898, estaba destinada a la importación de zapatos, casimires y
sombreros finos; era una tienda exclusiva que comerciaba sombreros de la acreditada firma Borsalino, originaria de Alessandria,
Italia. Ofrecía a su distinguida clientela los más finos casimires de prestigiosas marcas inglesas, francesas e italianas. Por
los años 20, el local era dirigido por el experimentado jefe J. B. Maggi.
Hacia 1900 Luis Stagno fundó un local de venta de abarrotes con una particularidad: contaba con una sección de artículos de pesca
y deportes. inclusive poseía una sucursal. Por la segunda década del siglo, el negocio tenía como socios a Luis Fregonara y José
Vallebuona. La mayoría de los artículos que comerciaban los importaban de Inglaterra y Norteamérica.
Alrededor de 1901, Ricardo Bagnara era propietario de una tienda de artículos de paquetería, y de una bodega para la compra y venta
de frutos del país y abarrotes. También, recibía mercancía a consignación para su distribución y venta.
TALCAHUANO es un puerto comercial y militar, capital del departamento de su nombre y distante 240 millas del puerto de
Valparaíso.
Es una ciudad reducida a causa de la estrechez del plano en que está edificado. Por esta razón las nuevas poblaciones se han
delineado en los cerros y tras la garganta que con el mar forma el cerro del Portón hacia el S.E.
El comercio al por mayor y menos es activísimo y en él se distinguen los establecimientos comerciales italianos, que juegan
papel principal en medio de todo el enjambre propulsor del comercio. El puerto de Talcahuano es la salida obligada de todo
artículo de exportación proveniente de la frontera. La línea férrea de Concepción, al entrar a la ciudad, cruza alguna de sus
calles y se detiene en la estación situada a pocos pasos del muelle de embarque de pasajeros.
Talcahuano es célebre por ser un puerto militar de primer orden, donde hay un gran Dique de Carena, monumental construcción
destinada especialmente a los buques de la Armada de Guerra. Este gran dique está unido al puerto por una línea férrea fiscal,
estrictamente reservada. Rodean a Talcahuano, como una herradura, diversos fuertes destinados a la defensa del puerto. Su
artillería es modernísima, de grueso calibre y de mucho alcance.(...)
Los inmigrantes italianos que arribaron al puerto de Coronel, comenzaron con comercio de abarrotes, géneros y herramientas.
En una primera época no excedían de una decena, pero cuando la localidad obtiene la calidad de puerto libre, comienzan a
desembarcar al alero del auge de las empresas carboníferas, consiguiendo hacerse un lugar en la sociedad minera.
Una de las primeras familias de las que se tiene evidencia y que se asentó en el puerto, fue la de José Pastorini y Jerónima
Carlini. Ambos llegan a América acompañados por su hijo Juan Pastorini Carlini y los sobrinos Filotea Ontano y Juan Bautista
Pastorini Otonello. Arribaron a Valparaíso en 1895. Al tiempo radicaban en Coronel aprovechando el auge de la industria
carbonífera. En 1899, Juan Pastorini Carlini y Filotea Ontano contraen matrimonio y resuelven establecerse en la localidad,
instalando un local comercial y restaurante. El trabajo duro y el ahorro, permitió a la familia mejorar su nivel de vida,
adquirir propiedades y hacer fortuna. Juan se convirtió en un poderoso empresario de la región. En la actualidad la Sucesión
Pastorini Ontano, administra los bienes generados por el trabajo de Juan y Filotea.
Giovanni Battista Pastorini Otonello arribó al país junto a su esposa Avelina Rossini Sbergola en 1895. Tal como se indica en
el párrafo anterior, éste acompañaba a sus tíos Giuseppe Pastorini y Geronima Carlini. La familia fijó residencia en el puerto
y se dedicó al comercio de abarrotes. Juan Bautista, compró a un coterráneo, Lorenzo Boitano, el local ubicado en Lautaro esquina
Carvallo. Permaneció en la ciudad durante años, en el último período de su vida se mudó a Concepción.
A inicios del siglo XX, se asentaron en la ciudad, Silvio Merello Arata y su esposa Colomba Boero Paggi. Por el 1900 alcanzaron
estos suelos el matrimonio de José Caffarena y María Cichero Fontana. Se dedicaron al comercio de abarrotes, inaugurando un
almacén, que al paso de los años, se convirtió en una de las primeras multitiendas de la ciudad.
Los inmigrantes italianos empezaron a comercializar con géneros, herramientas y abarrotes en general.
Siendo esta actividad fundamentalmente distinta a la extracción del carbón.
A diferencia del resto del país los italianos llegados a esta zona fueron muy pocos ya que se estima que no excedían las doce
personas y a pesar de ello los inmigrantes si lograron contribuir al desarrollo de la zona, los que nos hace pensar que ellos
llegaron con una idea más clara a lo que venían a estas nuevas tierras solo el deseo de salir adelante, es lo que logro la
diferencia con la mayoría de los inmigrantes europeos.
Como Coronel, era en esos tiempos Puerto Libre, desembarcaron aquí, y así el auge de las Empresas Carboníferas de la zona los
hacía pensar en un mejor prospecto económico, por otra parte la zona les agrado sobremanera por sus productos naturales y sus
bellezas que se parecían a algunos lugares de Italia, y así poco a poco se fueron quedando y formando sus hogares casándose
con otros inmigrantes o hijos de estos.
Los italianos que llegaron a otras zonas de Chile, en esta primera inmigración, decidieron establecerse finalmente en Coronel,
entregándoles a sus hijos nacidos en estas tierras sus tradiciones de la lejana Madre Patria.
Comenzando la década del 20’, se localiza en Lebu, al inmigrante italiano Ramón Pizani que se desempeñaba en su local de botica o droguería.
Ese 8 de octubre de 1862, a las 11 de la mañana, el gobernador de Arauco Pedro S. Martínez se dirigió a los asistentes a
la colocación de la piedra fundamental del edificio, con estas palabras.
Aquí tenéis la primera piedra de un edificio cuyo techo servirá para cubrir a vuestros amigos y protectores, y que será la
base de nuestro dichoso porvenir. Invocad el nombre de Dios y jurad defenderlo con decisión aún a costa de vuestra sangre .Ese
edificio será vuestro, y es muy justo que os comprometáis de esa manera para que pueda conservarse y servir de asilo en la
desgracia
.
La Fundación de Lebu fue una operación militar, en la cual no se levantó un Acta, con reparto de solares al tradicional estilo
de los conquistadores, como había ocurrido en otros lugares de la alta Frontera, por la cual la historia debe considerar como
documento fundacional, al oficio Nº 425, del 14 de octubre de 1862, enviado por el gobernador Pedro S. Martínez, al señor
Intendente de la Provincia don Cornelio Saavedra. (Este documento fue transcrito sesgadamente por Saavedra al Ministerio del
Interior y se encuentra actualmente en el Archivo Nacional; una fotocopia de dicho documento se puede ver en el Archivo Histórico
de Lebu, donada por un vecino de la comuna y este a su vez la habría recibido del historiador Alejandro Pizarro Soto).
En la ciudad de los Ángeles existió una presencia moderada de inmigración italiana. Al comenzar la década de los años Veinte del siglo XX, se desempeñaban en el ramo de abarrotes Antonio Samarotto, Alejandro Sarpi y la viuda de Antonio Beltramini. Se constata que Luis Tedeschi mantiene un almacén de abarrotes, mientras en paralelo ejerce su profesión de veterinario. Llama la atención el número de súbditos ítalos situados en el área hotelería. Figuran: Carlos Bassaletti, José B. Burzio e Italo Martelli. Otra característica es la variedad de áreas que trabajan, es el caso de José Fasano, dueño del Hotel Francia, que posee una fiambrería. Una fábrica de cecinas era propiedad de José Yori. En cuanto a locales y talleres de sombrerería, se ubicó a Eugenio Bernasconi, Saira de Coda y Ángel Morando. La enumeración se completa, señalando a los comerciantes dedicados a zapaterías: Alfredo Anziani y Adriano Crovetto.
A la llegada de los españoles, estaba habitada por indios llamados
coyunche
o gente de las arenas, debido a que
esta área es el centro geográfico del territorio arenoso triangular llamado en esa época La isla de la Laja
(delimitada
por la Cordillera de los Andes, el río Laja y el río Bío Bío).
Desde el siglo XVI se construyeron fuertes militares en el área. En el siglo XVIII, el gobernador de Chile, José Manso de
Velasco, ordenó el 20 de marzo de 1739 la fundación de la Villa de Los Ángeles. El Sargento mayor Pedro de Córdova y Figueroa
fue encargado de la tarea y junto a sus alarifes, comenzó el trazado de las calles el 26 de mayo de ese año (actual día de
aniversario de la comuna).
Capital de las tierras llamadas de la Alta Frontera
por los españoles conquistadores, tuvo un carácter militar, religioso,
de encuentro social y de mixtura cultura. Durante décadas, se debatió entre la pobreza y el abandono, pero el posterior auge
agrícola y ganadero de la zona dio paso a su consolidación, a partir de fines del siglo XIX. El siglo XX la vio transformarse en
una ciudad, cuya influencia alcanza a toda la provincia. El auge comunal se vio acrecentado desde la década del 20, con la
construcción de una serie de canales de regadío. Se produjo así un auge productivo en el ámbito agropecuario. A fines del siglo
XX se inició una nueva fase de desarrollo, con el auge de la agroindustria, la agricultura de exportación y la pujanza del rubro
forestal. En la actualidad, Los Ángeles sigue consolidándose como una pujante capital provincial agrícola y forestal, como
ciudad de servicios de todo tipo.
Hacia 1921 en el pueblo de Parral se evidenció un número interesante de inmigrantes italianos. Un almacén de abarrotes y una
mercería tenía Alfredo Ferrari. En el mismo rubro comerciaban Tomás Macchiavello, Miguel Scarlazetta y los hermanos Arturo y Carlos
Pincetti. En labores de marmolería laboraba Emilio Marmonti. Además estaba Julio Biagini con una sastrería.
Es relevante destacar el rol desempeñado por Arturo Fasani, quien se radicó en 1885. Levantó una empresa dedicada a la compra y
venta de todo tipo de cueros y a la curtiembre. Antecedentes indican que ese local poseía adelantos modernos y se especializaba en
la producción de cueros para talabarterías y maleterías.
Los hermanos Dazziano, en sociedad, trabajaban un molino situado en Retiro al norte de Parral. Contaban con grandes bodegas para
almacenar trigo y harina, tenían maquinaría hidráulica moderna y su capacidad productiva era de 350 quintales de harina diarios.
Parte importante de mi infancia la viví en la actual calle Pablo Neruda de Parral. Mi abuela materna nos acogía allí cada
verano para disfrutar del parrón y la higuera. A pocas cuadras existía la casa natal del poeta. Allí Neftalí vio la luz en 1904,
en un Parral que parecía detenido en el tiempo.
Su madre, gravemente enferma de tuberculosis, lo entrega de inmediato a los cuidados de su abuelastra paterna Encarnación Parada,
la que vive con su familia en el fundo Belén.
Se le inscribe con el nombre de Ricardo Eliezer Neftalí Reyes Basoalto, hijo legítimo de José del Carmen Reyes Morales y Rosa
Basoalto Opazo. Su familia parralina aún lo recuerda como Neftalí. Así firmará él parte de su nutrida correspondencia.
Su madre Rosa Neftalí era profesora normalista y ejercía la docencia en una de las escuelas del pueblo. Su padre se dedicaba a
diversos negocios bajo el giro genérico de agricultor. De 1904 a 1909 el pequeño Neftalí recorrió esas calles y respiró el
ambiente provinciano vinculado a los ciclos de la naturaleza y las actividades agrícolas y ganaderas.
Huérfano de madre a los dos meses de nacido, es su abuela Encarnación la que lleva a su casa al nieto (Ricardo Neftalí),
procurándole un ama de llaves y encargándose de su crianza hasta que su padre, en 1910, lo pone en contacto con las lluvias,
ríos, vientos y bosques del sur
.
El antecedente que dio inicio a la experiencia colonizadora de fundar el pueblo de Capitán Pastene está en la creación de la
Sociedad Nueva Italia y la actuación de Jorge Ricci. Para materializar esta iniciativa se creó la Sociedad Ricci Hnos. y Cía.,
en la que Salvador Nicosia actuó como concesionario, mientras los hermanos Ricci se concentraban en efectuar las gestiones ante
el gobierno chileno, ejerciendo como fiadores. Se promulgó el decreto Nº 927, con fecha 24 de julio 1903. Así se concretó la
concesión de terrenos fiscales en la entonces provincia de Malleco. Los afortunados con la cesión de estos terrenos se comprometen
a traer 100 familias italianas de agricultores a la zona a cambio de la entrega de 75.000 hectáreas. Estas tierras estaban ocupadas
por comunidades mapuches, a las que el Estado les asignó nuevos terrenos, reacomodándolas para dar cabida a los colonos italianos.
El primer contingente de colonos llegó en marzo de 1904. Venían 23 familias y totalizaban 134 personas. Procedían de Pavullo nel
Frignano, Guiglia, Zocca y Módena, de la región de la Emilia Romagna. El viaje fue un martirio y la llegada peor. Mucho de lo
prometido no existía. Deben cobijarse en unos barracones ubicados en el sector de La Laguna. Al año siguiente vino el segundo grupo
de 64 familias. El sitio donde los ubicaron es el que en la actualidad ocupa el pueblo de Capitán Pastene.
A poco andar, algunas familias de colonos desertan ante la incapacidad de superar las dificultades y las rudezas que impone el trabajo
agrícola. Sin embargo, con un gran esfuerzo la selva se convierte en un hermoso pueblo, con parroquia, teatro, una línea férrea y un
pintoresco tren bautizado El Savoia.
En los años Cuarenta, cuando los agricultores italianos consiguen despejar los terrenos necesarios para practicar trabajos agrícolas,
comienzan a desarrollarse relaciones de medierías o sociedades con los mapuches. Está la necesidad de mano de obra por parte de los
colonos y la escasez de tierra de cultivos por parte de los mapuches.
Giorgio Ricci,...nació en Pavullo en el año 1870.
Los hermanos Giorgio y Alberto Ricci, emigrados de Pavullo en 1902, conocieron en Chile al periodista siciliano Salvatore
Nicosia. Apreciado colaborador de El Mercurio, profundo conocedor de los centros de poder y de las vías para obtener favores
en los niveles más altos. Nicosia emigró de Sicilia a América del Sur porque el gobierno italiano lo consideraba un peligroso
anárquico (sic) revolucionario. Había sido promotor del desafortunado traslado de cuarenta familias italianas a Brasil, pero
como tenía conocidos en la Inspección General chilena de tierras y colonización, Ricci lo hizo participar en un nuevo
proyecto: colonizar con un centenar de familias italianas parte de la Araucanía. En junio de 1903, los tres visitaron las
tierras de Nahuelbuta, de propiedad del fisco chileno, en la zona de Lumaco, para tantear el terreno y verificar si la zona,
habitada predominantemente por indígenas, podía serles útil.