composición Antofagasta

Colonia Italiana en Antofagasta(1850-1918)

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Provincia de Antofagasta

Hasta mediados del siglo XIX, el lugar donde se localiza la ciudad de Antofagasta no es más que un paraje apenas conocido como La Chimba o Peña Blanca.
El descubrimiento de guano en la costa del desierto de Atacama, permite el desarrollo económico de la región. El primer explorador de esta región es el chileno Juan López que desde el año 1845, recorre la costa entre la península de Mejillones, por el norte y Punta Jara, por el sur, amén de las agrestes tierras interiores. Hacia 1866, López narra que me dirigí nuevamente a ese litoral arribando a la caleta que hoy llaman La Chimba o puerto de Antofagasta, la que me era conocida desde muchos años atrás, y que desde luego la denominé Peña Blanca. Por tanto, es posible afirmar que López es en uno de los primitivos pobladores de lo que es, posteriormente, el puerto de Antofagasta. Y así lo afirma, cuando sostiene que ...yo he sido su piedra fundamental y el primer habitante que fundó su edificio ...
En 1868, el primer mandatario de Bolivia, Mariano Melgarejo, decide fundar de manera oficial el poblado. El documento data del 22 de octubre de aquel año.
El desarrollo y crecimiento de este puerto está relacionado con la explotación del nitrato natural. Por ello, no es extraño que entre los primeros pobladores se cuente una partida de obreros calicheros enviados por el empresario chileno Jose Santos Ossa y transportados por un vapor de la Compañía Inglesa. Desde este momento, el pueblo crece lentamente, alcanzando un impulso definitivo con el descubrimiento del yacimiento de plata de Caracoles en 1870, cuyo mineral conducido hasta la costa -por cientos de carretas- tiene en esta bahía su punto de embarque. Y como muestra, basta examinar los registros de población. Al principio de este año, el paraje apenas anota 300 moradores. Mientras, la administración depende del vecino Mejillones, posteriormente, el gobierno boliviano destaca un funcionario con domicilio permanente en la localidad. Pero, tal como lo hemos consignado más arriba, sólo la plena explotación de Caracoles, permite el aumento de la población. A fines de 1870, la villa alcanza los 800 vecinos y dos años después, se empina por sobre los 3.000 residentes. Otra fuente, sostiene que en 1875 la población es de 5.384 habitantes. Además, agrega que es necesario adicionar a quienes laboran en las faenas mineras de los alrededores, con lo que fácilmente el registro puede alzarse hasta los 5.972 pobladores. En tanto que otro censo levantado en 1878, –víspera del conflicto bélico con Chile– anota para la circunscripción comprendida por Antofagasta, Salar del Carmen, Mantos Blancos, Punta Negra, Carmen Alto y Salinas un total de 8.507 habitantes. De ellos, ostentan la nacionalidad boliviana 1.226 individuos. Mientras que la comunidad más numerosa es la chilena que apunta un total de 6.554 personas. Los registros para las colectividades europeas son: 104 ingleses, 47 españoles, 40 franceses, 35 italianos, 32 alemanes, 23 austriacos y 7 griegos. También, debe apuntarse la residencia de 29 chinos. Por último, es digno de destacar que entre 1868 y 1872, se establecen un importante núcleo de croatas, entre quienes es posible citar a Miguel Lopuzic, Luis Moro, Ramagio Gazari, Jerónimo Jankovic, Antonio Vrsalovic, Jorge Sabioncello, Pedro Marinkovic, Marcos Cicarelli, Juan Sargo, los hermanos Luis y Pablo Mitrolvic, los hermanos Lujak, los Stijepovic, Luksic, Lukinovic, Matetic y muchos otros.
Alrededor de 1872, la actividad de Antofagasta es incesante, al extremo que las embarcaciones anclaban en la bahía para dejar los cargamentos humanos provenientesde todas las latitudes: ingleses, alemanes, franceses, chinos, portugueses y chilenos de Copiapo, La Serena y Santiago.
Un cronista de la región, rememora la presencia de extranjeros como un mosaico de nacionalidades que provocan un gran alboroto por sus rasgos. Sin embargo, agrega a renglón seguido que para los lugareños eran simplemente, gringos: el gringo de la esquina, el bachicha, el franchute, el colorino y ... Añade, al mismo tiempo, que se repartían las diversas ocupaciones. Así, los italianos y los yugoslavos preferían las esquinas para alzar sus almacenes. Mientras los griegos hacian fortuna hundiendo sus manos en la masa del pan y, bajo las mirada apacible de las vacas de sus lecherías, ordeñaban, en realidad, a la mañana tiritona. En tanto que los nipones eran peluqueros y las carnicerías estaban en manos del chino que andaba, sigilosamente, en medio de la sangre y de la muerte.... Durante, los primeros años, la mayoría de los recién llegados, no están muy decididos a quedarse. Algunos son hombres honestos y otros, simplemente, viven al margen de la ley y son difíciles de disciplinar. Y así lo expresa el Subprefecto del Departamento, Manuel Buitrago que en reunión con los vecinos más caracterizados de la ciudad, el 25 de enero de 1872, manifiesta que los ha convocado para notificarles de los muchos desordenes y crímenes cometidos desde hace algún tiempo... y no teniendo... (la) policía la fuerza suficiente para guardar el orden y les solicita que colaboren en sugerir medidas para combatir esta realidad. La respuesta de los vecinos más influyentes es crear un Concejo Municipal. La organización la integran los alemanes Luis Lichtenstein y Ernesto Wolckman, el inglés Eduardo Foster y los chilenos Francisco Errázuriz, gerente de la empresa Benficiadora de Metales, Emeterio Moreno, Salvador Reyes, Matías Rojas, Juan Vargas y Félix García Videla que puede considerarse el primer alcalde de la localidad. Todos son extranjeros afincados en un territorio donde Bolivía ejerce soberanía. Este grupo de respetables ciudadanos realiza su cometido con tenacidad e inteligencia. Al cabo de un año en funciones –periodo en que se mantienen en el cargo– han ordenado el funcionamiento de chincagas, cancha de bolos y palitroques, cafeterías, hoteles y otros establecimientos de manera que todos respetan sus disposiciones y quienes las trasgreden, lisa y llanamente, pierden su patente. De este modo, los amarraron. El canto y rasguear de guitarras, no más allá de las once de la noche. Multa para los infractores. Reincidir era morir: no mas patente. A la par, en el cabildo del 25 de enero de 1872, se resuelve fundar un Cuerpo de Guardianes bajo las órdenes del portugues Domingo Machado. Esta fuerza estará compuesta por varios oficiales chilenos y un argentino. Igualmente, convienen en dotarla de uniformes y, además, deciden contratar diez chilenos honrados procedentes del puerto de Valparaíso.
No debemos olvidar que el auge de la inmigración hacia el norte grande y, especialmente, al puerto de Antofagasta está en relación con el desarrollo de la industria salitrera que produce un fuerte traslado de población de otras regiones de Chile, junto con un importante porcentaje de origen extranjero procedente de ultramar o que reside en otras regiones del país. Entre los primeros inmigrantes europeos, hallamos a varios italianos de origen modesto que llegan directamente a estos puertos nortinos, para trabajar en humildes oficios como, por ejemplo, el de aguatero. Unos autores, rememorando, tiempo pasado, sostienen que muchos habitantes de campamentos mineros –oficinas salitreras–, pronuncian con espíritu de broma la palabra a la manera italiana, para señalar que ese era un oficio propio de esa colonia. Por supuesto, que algunos peninsulares portadores de modestos capitales montan un despacho –característico almacén de abarrote–, mientras los que poseen alguna profesión u oficio levantan un taller, vale decir, una pequeña empresa familiar que funciona en su propio domicilio.
Por su parte, los más afortunados y que logran reunir recursos de capital fundan grandes negocios de distribución de abarrotes y frutos del país y casas que distribuyen y venden bienes suntuarios, cuyas centrales se ubican en Valparaíso. Estas compañías intervienen en la bonanza que acarrea el oro blanco a través de sucursales que abren en las ciudades costeras del norte grande –Arica, Iquique, Antofagasta y Taltal– y, además, inauguran filiales en la región del Golfo de Arauco, provincia en que se abastecen de trigo, maderas y otros productos que remiten hasta la región salitrera. Las nuevas agencias de estas casas matrices situadas en el puerto principal demandan personal de confianza para su gestión. Nuevamente, se torna esencial recurrir al concurso de algún pariente o amigo que hacen venir desde Italia, para que opere como administrador.

Terremotos, Maremotos, Incendios y Epidemias

Antofagasta, al igual que otras ciudades del norte grande no está exenta de acontecimientos catastróficos que también afectan a Arica e Iquique. Estos sucesos, aunque dramáticos para sus pobladores, trocan su fisonomía. Así, pues, las epidemias –de las que no libra ningún puerto, especialmente, durante el siglo XIX –significan la muerte de un número importante de vecinos y el abandono de la localidad de muchos de sus pobladores ante el temor cierto de contraer la peste. Pese a ello, en ningún poblado salitrero se puede observar disminución en el número de habitantes, porque deben el crecimiento demográfico a la inmigración que generan las actividades económicas vinculadas con la explotación del oro blanco.
En los primeros meses de 1872, cuando Antofagasta es un hervidero humano –a causa de la explotación del mineral de plata de Caracoles y del salitre ubicado en el Salar del Carmen–, aparece una gran epidemia de viruela que trastoca la vida de sus pobladores. Es necesario construir un lazareto para aislar a los enfermos y a quienes no posee albergue.
A las 20:30 hrs. del 9 de mayo de 1877 se produce un fuerte movimiento telúrico que provoca daños de diversas laya entre las localidades de Arica, por el norte y Coquimbo, por el sur. En Antofagasta el sismo tiene carácter de terremoto, pues según un testimonio de la época la tierra oscila con tal fuerza que se dificulta el andar y aún el ponerse de pié. De acuerdo con el testimonio recogido por un periódico de la época la tierra parecía un mar embravecido. Levantaba oleadas de polvo y crujia con tanta fuerza, que era difícil percibir los gritos de los desgraciados habitantes. Las casas se movían cúal débiles barquitos y todos los vecinos, despavoridos, salian a las calles clamando socorro. Rápidamente, se anuncia salida de mar, cuando se observa que éste comienza a recogerse. Entonces la población percibe un ruido formidable, producido por el mar embravecido que, impetuoso, se precipitó sobre la población. En la rada se encuentra fondeado el blindado de la Armada de Chile Blanco Encalada que de inmediato leva anclas y sale mar afuera para evitar el peligro que puede significar el cambio de nivel de las aguas. Después de algunas horas retorna, ofreciéndo auxiliar en lo necesario. El Prefecto boliviano, Narciso de la Riva, acepta gustoso y, de este modo, alrededor de una treintena de marineros de su tripulación, prestan resguardo evitando los robos de mercaderías que el mar ha arrojado en distintas direcciones.
Las aguas del océano llegan hasta el centro de la Plaza Colón, sitio donde –inclusive– quedaron varadas algunas embarcaciones. En la misma Plaza y calles adyacentes se veían diseminados -en gran confusión- numerosos bultos de mercaderías, fardos de pasto, sacos de cebada, etc . Además, las aguas con su violencia arrasaron con edificios públicos y propiedades particulares. Así, por ejemplo –se narra– que el edificio de la Aduana fue arrancado de su sitio y quedó en medio de la calle Bolívar, mientras que sus almacenes resultan completamente destruídos. Parecida suerte corre el edificio de Correos, junto con el cierre de la Cía. De Salitres y Ferrocarril.
En los días siguientes –se carece de líneas telegráficas– los antofagastinos se enteran de la suerte de otras comarcas. Mejillones casi ha desaparecido. Existe un número importante de víctimas y sus habitantes están sin alimentos, abrigo y agua. La máquina condensadora está destruída. También, reciben reportes en el sentido que el terremoto y la salida de mar, provoca espantosos destrozos en Cobija, Pabellón de Pica, Iquique y Arica.
El incendio de más antiguo registro efecta las instalaciones de la empresa salitrera y es de escasa magnitud. No obstante, al igual que otras poblaciones del extremo norte, Antofagasta no está libres de las llamas que lo arrasan todo. El primer siniestro grave y que origina daños de magnitud, ocurre el 2 de abril de 1875, a causa de la actitud irresponsable de un grupo de mineros de Caracoles que en estado de ebriedad se divierten quemando cohetes. La caída de uno de estos fuegos de artificio en unas lonas, genera el fuego en la calle Lamar –actual Prat – entre Latorre y Condell, que en pocas horas consume una manzana completa.
A la par, otro de los problemas, atañe a las pésimas condiciones sanitarias en que viven sus habitantes que sólo se corrigen levemente con la construcción de la red de alcantarillado en 1905. No obstante, antes y después de esta fecha las condiciones de salubridad no mejoran y son responsables de la aparición y extensión de pestes como la viruela y la bubónica. Las autoridades no las enfrentan en su origen, limitándose a clausurar lugares donde se efectuasen espectáculos públicos y servicios religiosos.

El término de la inmigración

Al declarse la guerra europea, se observa que la población extranjera en la región experimenta una notoria disminución. Esta situación se explica por la mengua de peruanos, bolivianos y europeos. Los primeros migran, se naturalizan o son reemplazados por población nacida después de la incorporación de la provincia de Antofagasta a Chile y, por tanto, para todos los efectos chilenos. En lo tocante a los europeos, la explicación está relacionada con el estallido del conflicto en el viejo continente que paraliza bruscamente la inmigración, mientras que, por otro lado, significa la salida del país de un numeroso contingente de franceses, ingleses e italianos que se enrolan como combatientes de sus naciones de origen y muchos de ellos no regresan. Asimismo, influye el envejecimiento de la población natural de Europa avecindada y que fallece en esta tierra adoptiva, mermando su monto.

Fuente: Carlos Díaz G. Origen y desarrollo de la Colonia Italiana en el Norte Grande de Chile: 1850-1918. Capítulo. La Colonia Italiana en la provincia de Antofagasta (1850-1918)